Patrick Rousseau recomienda: Matar a Jesús, Colombia 2017

Meses después de la clausura del festival de San Sebastián, entre muchos momentos memorables, una película sigue presente en la retina, pese al centenar de films vistos desde entonces, la ópera prima de Laura Mora Ortega, Matar a Jesús, sigue deslumbrando por su osadía, riesgo, narración y belleza. Sin lugar a dudas, una de las mejores películas en español de este año.A sus veintidós años, la cineasta Laura Mora presenció el asesinato de su padre, perpetrado por una pareja de motoristas, cuando regresaban juntos a casa de la universidad. Este hecho, que marca toda una existencia, sirve de base para un potentísimo film. Hoy, trece años después, la investigación policial no ha dado resultado alguno.A partir de esta tragedia la cineasta ha creado una historia demoledora. Ante la impasibilidad de los agentes y la ineficacia de las supuestas pesquisas policiales, la protagonista de la historia (excelente actriz, Natasha Jaramillo, muy bien acompañada por Giovanni Rodríguez) no puede avanzar en su duelo. Pero lo inimaginable está aún por llegar. Una noche se cruza con un joven, que reconoce como el asesino de su padre. ¿Qué hacer frente a ello? ¿Intentar entrar en su círculo y tomar la justicia por su mano?Matar a Jesús es, ante todo, un nervioso, excelente y tenso thriller, en que el suspense llega a su paroxismo, pero la gran mirada cinefilia de Laura Mora le aporta muchísimo más. Una deslumbrante radiografía de la ciudad de Medellín, en la que se han recorrido hasta quince barrios distintos y que su sabio ojo ha sabido combinar a la perfección, rodando por ejemplo en un plano un barrio, y en su contra plano, otro diferente. O la utilización del lenguaje de la calle, crudo, vivo e hiriente que transmite la enorme violencia que se respira en la ciudad.Pero además, Matar a Jesús es una película absolutamente imprescindible. En un país que, por miedo o vergüenza (o una mezcla de ambas), no ha decidido enfrentarse y analizar lo que ha ocurrido y está ocurriendo en su historia, como lo han hecho otros países vecinos, se añade un hecho absolutamente inconcebible. En una cinematografía nacional que, en la actualidad, está produciendo unas 40 películas anuales, la mayoría glorifican la figura del sicario -sobre todo, las series y telefilmes-, y se dedican a falsear la figura del sicario, olvidando la pura realidad y su esencia, asesinos a sueldo muy alejados del mítico héroe.La inteligencia y sutileza de Laura Mora Ortega muestra la necesaria realidad y, lo más sorprendente, es que aún con todos los motivos justificados que ha sufrido, que podían generar su total rechazo y odio sin límites al sicario, como cineasta no cae en la simplicidad y en su escritura intenta también comprender lo que le ha llevado a ello. La frase de guión, "me da asco la vida", aún resuena en mis oídos.Laura Mora Ortega ha sabido dirigir a estos actores no profesionales, durante 8 meses de trabajo, con una mágica brillantez que se siente en el metraje. Ellos desconocían por completo lo que iba a ocurrir en la escena siguiente. Mágico. Nosotros sí sabemos que va a suceder: volveremos a verla, y esperemos que muy pronto, con más premios en la mano, el Premio de la Juventud en el festival de San Sebastián o el Coral Especial del Jurado (Ópera Prima) en el de La Habana, Premio del público en el Festival REC de Tarragona, otros dos en el de El Cairo... son sólo los primeros. Una carrera que no puede empezar mejor.



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